Mis seis décadas en El Pueblo
Por Roque Jesús Alaguibe
Creo, humildemente, que no muchos tienen la suerte de permanecer sesenta años en un lugar de trabajo, y poder contarlo orgullosamente, como me pasa a mí, con el diario El Pueblo de Villaguay. Lo digo yo, que comencé trabajando en lo más rústico –letra por letra–, y me retiré en un diario con moderna tecnología, como lo exigía el momento.
Creo que lo más importante es el haber superado las distintas etapas posibles en un diario, donde con 13 años de edad, ingresé como canillita el 1º de diciembre de 1959, y a partir de allí –con gran bendición–, en poco tiempo, ante la jubilación del querido tipógrafo Manuel Humberto Argentino Esquivel –podría decir que mi primer maestro–, pasé a compartir el armado e impresión del vespertino con otro apreciado compañero, Dionisio Bernardo Franco.
Como siempre lo afirmo, El Pueblo fue “mi universidad de la vida”, porque a lo largo de seis décadas, me encontré con maestros, que me fueron señalando el camino a través de las distintas etapas, como canillita, armador, impresor, y hasta atrevido de periodista, llegando a publicar desde 1996 a 2002 “El Rincón del Recuerdo”, con más de 3 mil fotos aparecidas, y hasta la propia historia que se conoce del diario, que me pertenece.
Con el riesgo de olvidarme de más de uno, quiero nombrar a parte de ellos. En 1959, cuando ingresé estaban el fundador de El Pueblo, don Emilio Surra –quien fue el primero que me enseñó a titular un artículo–. “En el primer párrafo tienes el título”, me repetía.
Juan Carlos Surra, que había reemplazado a su señor padre en la dirección, a partir del 21 de septiembre de 1953, quien más que patrón fue un amigo, del que aprendí mucho a lo largo de los años, y al momento de su lamentado fallecimiento, el 25 de julio de 1996 compartíamos muchas horas en la redacción, hasta altas horas de la noche.
Los periodistas de aquel momento eran don Pedro Nolasco Gutiérrez, quien había ingresado al diario en 1928, venido desde el Uruguay. Fue de gran valía, no solo para el medio gráfico, sino también para la sociedad, donde era permanente hombre de consulta, presidiendo la Biblioteca Mitre, como así también el Concejo Deliberante en más de una oportunidad. Lo acompañaba en la redacción la periodista Sara González.
En el armado e impresión del diario, estaban Manuel Humberto Argentino Esquivel (primer presidente del Club A. Barrio Sud) y Dionisio Bernardo Franco, y en la linotipo, el gualeyo Julio Cicerone. También se desempeñaban como tipógrafos e impresores, Carlos María Maidana, Ramona Maidana, Mario Azogaray, Blanca Deharbe de Cicerone, Leonardo Cáceres, “Quito” Rodenas, Roberto Núñez y Carlos Núñez, entre otros. En la librería, se encontraban nuestra recordada patrona, Nelly Ruth Surra de Carulla, Orfilia Muñoz de Surra y María del Carmen Elizalde de Rostom.
Quiero recordar, especialmente, a doña Juana Vercelli de Surra –esposa del fundador–, quien se ocupaba de entregar los diarios para el reparto a los numerosos canillitas que había en aquel momento. Se podría afirmar que aquella empresa era una potencia, un lujo para Villaguay, y una escuela para muchos gurises como yo.
A lo largo de los años, se fueron incorporando a El Pueblo, valiosas personalidades que lo prestigiaron, tanto periodistas como colaboradores de fuste, entre ellos el destacado hombre de la cultura, Carlos Castello, la profesora María Josefina Debeheres de Thamm y don Miguel Ángel Amoroto, entre otros.
Sería largo de enumerar a tantas valiosas personalidades que se desempeñaron a lo largo de mi vida en el diario, pero igualmente recordaré a algunos de los últimos compañeros que estaban el 5 de abril de 2020 cuando la pandemia me retiró: Gastón Surra, María Josefina Surra, Virginia Carulla, Ramón Ramírez, Ovidio Rafael Giles, Sonia Noemí Cabrera, Raúl Jaluf, Matías Fabbro, Roberto Schurman, Juan Manuel Fabricius, Delia Baglione, Marcelo Baglione, Silvina Puzio, Silvina Rebozio, Andrea Faust, Pedro Cáceres, Carmen Ledheros, Analía González, etc.
Finalmente quiero felicitar a mi querido diario El Pueblo por los 99 años que está cumpliendo y a sus nuevos dueños, y espero que sean muchos más, porque se trata nada más y nada menos que de la propia historia de nuestra ciudad, que fue quedando grabada en el papel, y sería una gran injusticia que no se la siga escribiendo.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión