Al aparecer en el firmamento la primera estrella en la noche del 25 del mes de Kislev en el calendario hebreo, comienza la festividad de Janucá.
Las celebración dura 8 días y recuerda el triunfo de unos pocos indefensos contra un ejército poderoso.
Durante el siglo II a.C. las tropas del Imperio Seléucida, sucesores de Alejandro Magno, habían conquistado Judea, habitado desde los tiempos bíblicos por los hebreos. Como todo conquistador,
pretendían mantener al pueblo oprimido, con leyes rígidas y arbitrarias cuyo principal objetivo era imponer su politeísmo a ultranza.
Pero fieles a sus convicciones ancestrales, los judíos mantuvieron viva su fe y los principios heredados de generación en generación. Los niños y jóvenes continuaron recibiendo educación judaica y hablando el idioma de sus mayores.
Hasta que un grupo de valientes decidió no tolerar más la opresión y reaccionaron contra el invasor. Yehudah Hamacabi, líder de los llamados Macabeos e hijo de Matitiahú, encabezó la revuelta.
Comenzó incendiando y arrasando a todo aquel que se oponía a los judíos. Sus hermanos lo
ayudaron, pero fue considerablemente menor el número de soldados, armas y pertrechos bélicos que los de los sirios- griegos.
Aún así pudieron vencer al enemigo ocupante y los desplazaron de la región. Concluida la hazaña, marchan hacia el Sagrado Templo de Jerusalén para agradecer a Dios por haberles infundido la fuerza y el coraje necesario para la acción.
El Templo estaba profanado y el gran candelabro central (Menorá) tirado en el piso. Buscaron entre los escombros y encontraron una vasija con aceite purificado que alcanzaría sólo para encender esa noche las velas del templo. Y el milagro sucedió…ese envase con aceite alcanzó para mantener encendida la Menorá durante 8 días.
Pasaron más de veinte siglos y el Milagro de Janucá continúa palpitando en los corazones de
todas las comunidades judías diseminadas alrededor del mundo.
Es ésta una fiesta que se celebra en familia , con alegría, enseñando a los hijos que con fe y convicción el débil puede vencer al poderoso, permitiendo que la LUZ de la Esperanza siga latiendo.
Cada noche, durante 8 días consecutivos se lee una oración y se prende una vela de la Janukiá ,el candelabro especial para esta festividad. El encendido se realiza con una vela piloto (Shamash).
Para recordar el milagro de Januka que permitió extender el encendido se disfrutan en la cena las clásicas torrejas llamadas latkes o los sufganiot, bizcochos dulces, ambos preparados con
abundante aceite. Tampoco se pueden olvidar las prohibiciones de estudiar la historia y tradiciones judías a todos los niños. Cuando el invasor se acercaba para controlar el cumplimiento de sus leyes, los menores escondían sus libros y cuadernos simulando estar reunidos allí para jugar a la perinola (Sevivon en hebreo). Se acostumbra regalar perinolas para que jueguen los más pequeños durante las noches de Januka .
Lamentablemente, el atentado antisemita ocurrido en Sidney, Australia, cuando la comunidad se preparaba para encender la primer vela de Januka, tiñó con sangre una de las fiestas más alegres del año.
Desde la Asociación Israelita de Villaguay elevamos oraciones por el alma de las inocentes víctimas del atentado , repudiando enérgicamente todo acto irracional de odio y discriminación, pidiendo JUSTICIA y merecido castigo a los responsables.
Seguiremos soñando hasta ver que la PAZ entre los pueblos no sea sólo una utopía y la LUZ de Januka y la próxima Navidad brillen por siempre.

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